EL LADRÓN DE PABLABRAS
lunes, 3 de diciembre de 2012
Próximo estreno.
Hemingway siempre ha dado mucho juego, tanto en literatura como en cine. A veces para ensalzarlo. La mayoría de las ocasiones para humillarlo. El ladrón de palabras entra sin darse cuenta, y eso es lo más grave, en la segunda categoría. Arrastrado por un romanticismo bien intencionado, por momentos resultón, cae de lleno en los defectos de la peor caricatura del escritor; la peor caricatura de todos los escritores, en realidad. Y no es que Brial Klugman y Lee Sternthal, los responsables del filme, hablen de Hemingway directamente, que no lo hacen, aunque sus libros se ven por doquier. Es en el punto de partida del drama donde encontramos la referencia directa. Cuando Hemingway vivía en París, allá por los años veinte, confió Hadley Richardson, su primera mujer, un maletín con todos sus manuscritos. Con tan mala fortuna que aquel maletín se perdió en el tren que llevaba a Hadley de Lyon a Berna, donde ella tenía que reunirse con Ernest. Así, esta maleta perdida ha pasado a formar parte de la leyenda. ¿Qué pasaría si alguien, alguna vez, encontrará esos manuscritos?
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